
Adolfo Abalos, quien integró el legendario grupo floclórico santiagueño junto a sus cuatro hermanos -Los Hermanos Abalos-, murió hoy a los 94 años en la ciudad de Mar del Plata. Adolfo nació el 14 de agosto de 1914 en Capital Federal, pero creció en la provincia de Santiago del Estero. Estudió farmacia y bioquímica, pero nunca se alejó de la música ni del piano. El pianista se juntó primero con su hermano Napoléon (Machingo) en 1938 y comenzó a tocar en distintos lugares de la Capital chacareras, zambas y gatos en pianos.
Luego se sumarían los demás hermanos. El folklore argentino todavía no había llegado entonces a la explosión que lo transformaría en popular algunas décadas después. Además de intérprete, Adolfo compuso varias de las canciones del repertorio del conjunto. Recientemente había sido nombrado "Ciudadano Ilustre de Mar del Plata", donde vivía.
La primera presentación profesional de los Hermanos fue en 1939, y luego comenzarían a transitar la fama debutando en el cine Gran Splendid y con su "Carnavalito" en la película "La Guerra Gaucha", en 1942. Machingo, Adolfo, Roberto, Vitillo y Machaco habían comenzado a cantar unos dos años antes de presentarse profesionalmente.
El repertorio de Los Hermanos incluyó música original, canciones recopiladas del campo y casi olvidadas, música folklórica andina, quichua y danzas. En 1938, Adolfo compuso Nostalgias Santiagueñas, clásico del cancionero que pasó a ser un himno provincial.
Los Abalos encabezaron la avanzada folklórica de los años cuarenta en Buenos Aires, y siguieron como grupo hasta que Roberto, Machaco y Machingo cayeron enfermos. El conjunto se disolvió definitivamente en los primeros meses de 1997, después de seis décadas de pasear su música por los más diversos escenarios de la Argentina y del mundo.
Los Hermanos crearon piezas memorables, como por ejemplo, Agitando pañuelos y Nostalgias santiagueñas. Adolfo, poco después de aparecer con un disco en el 2000, abandonó la actividad. Ese disco, primer trabajo solista suyo editado en el país, comprendía unas catorce piezas propias entre zambas, chacareras, chamamés, un gato, un carnavalito, dos tangos y un vals hecho a dos pianos con su hija Marina.
Fue un recorrido musical, una especie de tratado maestro del folclore que combinaba tensión y movimiento, melodías lineales y desnudas, con un adorno mínimo y exacto. Adolfo fue uno de los pianistas más trascendentes del folclore argentino, cerebro musical de los Hermanos. Murió hoy en su casa de Mar del Plata, donde vivía desde 1969.
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