El gobierno cubano decidió otorgarle el pasaporte a la madre de la médica Hilda Molina, quien de esta forma podrá viajar a la Argentina para visitar a la familia de su nieto Roberto Quiñones, en un "gesto" que fue valorado "enormemente" por la Casa Rosada. La medida beneficia a Hilda Morejón, de 89 años, aunque su hija, una reconocida neurocirujana que desde 1994 reclama sin éxito el permiso para salir de la isla caribeña, aún debe esperar.
El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, sostuvo que "es un primer paso que nosotros valoramos muchísimo" y destacó que la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, "se ha ocupado siempre de este tema puntualmente", aun cuando era senadora. "Estamos muy atentos, conocemos el tema, lo estamos siguiendo de cerca y valoramos enormemente la actitud del gobierno cubano", aseguró.
El funcionario indicó que "debemos estar agradecidos al gobierno cubano", ya que "fue algo que hemos pedido, que ha pedido el presidente (Néstor) Kirchner también, y que Cristina Kirchner, insisto, lo ha planteado aun antes de ser presidenta y siendo presidenta, inclusive se lo ha planteado a otros presidentes latinoamericanos para que colaboren a resolver este tema". "Venimos trabajando en esto desde hace mucho tiempo, la presidenta ha tenido en esto una particular dedicación", insistió.
Según supo DyN a través de la gestión del canciller, Jorge Taiana, La Habana finalmente accedió a otorgarle el pasaporte a Morejón para que pueda ver a su nieto, un neurocirujano que salió de Cuba con su esposa embarazada en junio de 1994. A partir de noviembre de ese año,
solicitó reiteradamente el permiso al gobierno de Fidel Castro para viajar a la Argentina pero nunca le fue concedido, con el argumento de que su "cerebro es patrimonio del país". En 2006, el entonces presidente Kirchner le envió una carta a Castro intercediendo en favor de la médica a través del canciller Rafael Bielsa, lo que enfrió la relación entre ambos mandatarios.
En la Cumbre del Mercosur, realizada en julio de ese año en la ciudad de Córdoba, el líder cubano se indignó cuando un periodista de un canal de Miami le preguntó cuándo iba a liberar a Hilda Molina, a lo que Castro respondió acusándolo de "mercenario", "infiltrado" y de haber sido "pagado por (el presidente de Estados Unidos, George W.) Bush".
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