Es argentino el primer americano en recibir este premio en Venecia

"Lo tengo acá en la mano, estoy en un auto que me está llevando al hotel". El que habla es el director argentino Daniel Burman y hace referencia al premio Robert Bresson que distingue a toda su obra cinematográfica y que acababa de recibir en el marco de la 65° edición del Festival de Venecia. Embargado por una emoción que se dejaba oír en su voz, Burman contó en diálogo que "fue una ceremonia increíble, en la que me sentí muy halagado y honrado". No es para menos. La entrega del galardón contó con la presencia de las más altas autoridades de La Mostra, entre las que se destacaron su director Marco Müller y del presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales del Vaticano, monseñor Claudio Maria Celli. El Bresson fue instituido en 2000 por el Papa Juan Pablo II con el objetivo de distinguir a los directores que "testimonien significativamente la búsqueda difícil del significado espiritual de la vida". Así, Burman se convirtió en el primer americano en poner su nombre en la lista de premiados que ya integran Giuseppe Tornatore, Manoel de Oliveira, Theo Angelopoulos, Krzysztof Zanussi, Wim Wenders, Jerzy Stuhr, Zhang Yuan y Aleksandr Sokurov. "Lo emocionante de esto es que no es por una película, sino por todo lo que hice como productor, director y escritor", reflexionó el cineasta de 35 años. Otra cuestión que lo sorprendió gratamente es que Celli, que fue quien le entregó la estatuilla, "demostró un conocimiento muy impresionante" de sus películas, entre las que se cuentan El abrazo partido, Derecho de familia y El nido vacío. "Viniendo de donde viene me pareció muy impactante, no es el público habitual que yo imagino cuando hago una película", confesó. En su discurso, el representante de Benedicto XVI en el festival subrayó que el hecho de que Burman sea judío "demuestra que el premio hace caso omiso de la religión y de la nacionalidad de los galardonados". En la misma dirección, el argentino sostuvo que el Bresson "premia y estimula una visión humanista del cine, la búsquedas individuales y de la identidad y eso no pasa por ser un buen cristiano". Otro motivo para el orgullo de Burman es que con su distinción puso a esta parte del mapa en la bienal de Venecia, ya que esta edición se caracterizó por la marcada ausencia de películas latinoamericanas. Más allá del premio, el cineasta tiene motivos para el festejo. Su último film, El nido vacío, que fue un éxito de taquilla en Argentina, se presenta por estos días en Toronto y en San Sebastián. Además, hasta marzo se exhibirá en toda Europa Occidental y Latinoamérica. Así que la mayor parte de sus energías están puestas en la promoción de la película protagonizada por Cecilia Roth y Oscar Martínez, aunque también se encuentra "escribiendo algunas cosas". En lo que respecta a planes inmediatos, Burman sólo esperaba con ansias llegar al hotel, dejar la estatuilla, ponerse unas bermudas y salir a dar vueltas por Venecia "en busca de algo de cine".