Conflictos de Malvinas y el recuerdo de un padre que perdio a su chico

Alejandro Pedro Vargas cumplió 20 años el 3 de mayo de 1982. Días después, murió en Malvinas, cuando una mina explotó en el momento en el que volvía con otros tres soldados de buscar provisiones. Con una voz suave que transmite paz, Salvador Vargas relató aquellos momentos en que su hijo dejó de ser un colimba más y pasó a ser un soldado y, luego, uno más de los caído durante el conflicto bélico de las Islas Malvinas. "Antes de ir a Malvinas mi hijo decía '¡están todos locos!'", recordó Vargas y calificó a ese momento como "una locura" pero "que tenía que suceder para que las fuerzas armadas se pusieran bajo un gobierno democrático". La guerra fue "una autodestrucción", según Vargas, padre de Alejandro y de Laura, quienes se llevan a penas 18 meses, y escritor de Malvinas, historia breves y sentimientos. Hoy, Vargas asegura que no tiene rencores y que se sintió "bien" cada una de las seis veces que visitó la tumba de su hijo en el cementerio de Darwin. "Maduré cosas con la guerra: no tengo rencores y aprendí a ver todo de otra manera y practiqué el perdón. Malvinas me hizo ser mejor ser humano", aseguró Vargas. Colaborador incansable del Centro de Veteranos de Monte Grande, asiduo orador ante quienes quieren conocer qué pasó en esa guerra, pudo volcar en su libro todo aquello guardado tras la muerte de su hijo. "Ese libro me trae satisfacciones -confesó-. Me desahogué al escribir el poema que está en la contratapa del libro que describe cómo murió mi hijo". En marzo de 1991, un avión de Aerolíneas Argentinas llevó a 380 familias de caídos en las islas al aeropuerto y desde allí un helicóptero los bajó en el Cementerio Darwin. "Me hizo bien ir, me sentí bien", confesó Vargas, quien homenajeó a su hijo "Ale" dejando en su tumba un perfume, el que siempre usaba. "La sensación fue impactante -recordó conmovido-. Había un cura y todo el mundo llevó flores, placas y yo llevé una botellita del perfume de mi hijo". Otras cinco veces Vargas llegó a las Islas: en marzo de 1999 junto a otras familiares de chicos caídos en la guerra y a un sacerdote, también en 2001 y en 2005, junto a una comisión que arribó a Malvinas para ver el nuevo cementerio. Esa semana también visitó al gobernador y el Cementerio de San Carlos, donde descansan los soldados británicos. El año pasado, por último, viajó con otros padres, madres y hermanos. Las cartas de Alejandro Entre la desolación y el paso de los días, la carta era no sólo un punto de descarga para los chicos que estaban en las frías Islas sino la única manera de comunicarse con sus familiares. "En la primera Ale decía que llegó con una tormenta atroz y que se tuvieron que bañar con solo 7º en un arroyito". En la segunda epístola el hijo de Salvador Vargas convencía que "no era para tanto como se decía en los diarios" en clara intención de no preocupar a su familia, intentaba consolarlos. Otro de sus escritos confesaba cuántos los extrañaba y cuanta falta hacia esa hermana mientras él cumplió 20 años, el 3 de mayo. "La última carta la escribió el 24 de mayo, ahí decía que recibió una encomienda y que se sentía un rey!". Esas fueron las última palabras que Alejandro Vargas escribió a sus padres, luego murió al quedar el bote en el que viajaba sobre una mina. Alejandro y tres amigos, vencidos por el hambre iban a buscar provisiones, autorizados por sus jefes militares. "Estaban cerca de Monte Landon, detrás del Río Maurin, y cuando volvían tocaron una mina para tanque y volaron los 4 chicos", relató Vargas. Solo su hijo entre ellos, fue identificado. "Primero los sepultaron en Puerto Argentino, después los trasladaron al Cementerio Darwin", recordó el padre quien se enteró de la manera en que su hijo falleció por el relato de uno de sus amigos que en aquel momento había quedado en la Isla. "Se sintió mal por no ir con él. En 1984 murió victima de un cáncer", lamentó el hombre que al conocer este episodio escribió el poema "a los que hacen la guerra". Malvinas, en vísperas de Pascuas Salvador Vargas, padre de Alejandro, soldado caído en la guerra de las Islas Malvinas no tiene rencores ni ante los recuerdos del triste episodio ni ante quienes dieron voces de mando. "Recuerdo que viendo la película La Pasión, le preguntan a Cristo: Señor qué tenemos que hacer para entrar a la vida eterna? Y él responde: “"ama a tu enemigo, orar por tu enemigo", reflexionó. "Hay q hacer un gran trabajo de reflexión y perdonar. Escucharnos, algo tenemos: la democracia y hace un montón de años y Malvinas fue, lamentablemente, determinante de eso", concluyó.