Los países occidentales que tienen esos valores como estandarte aparecieron desconcertados tanto por la rapidez de la caída de dirigentes que consideraban aliados hace apenas tres meses, como por la amplitud
del movimiento que sacudió la región desde la orilla sur del Mediterráneo hasta la península arábica, cuna del islam.
"Lo que ocurre en el mundo árabe es un desmentido rotundo a todos aquellos que querían hacernos creer que los derechos humanos son un concepto occidental impuesto", afirma en declaraciones a AFP François Zimeray, embajador francés a cargo de los derechos humanos.
"Durante varios años asistimos a un retroceso de la universalidad", dice, citando como ejemplo la adopción por la Organización de la Conferencia Islámica de una "Carta islámica de los derechos humanos".
"Sentimos hoy que las posiciones de los países cambian. Y eso sobrepasa ampliamente África del Norte", donde empezó la sublevación popular que hizo caer en Túnez al presidente Ben Alí el 14 de enero, agrega el embajador.
Los Estados Unidos tratan de distanciarse de la "guerra preventiva" de la era Bush e imponer una "doctrina Obama", que consistiría en apoyar los impulsos democráticas evitando al mismo tiempo acciones unilaterales.
Francia puso en marcha diversas iniciativas (repatriaciones humanitarias, propuestas a la ONU) después de ser objeto de fuertes críticas por su apoyo tardío a la revolución tunecina.
"Nos dejamos intoxicar cuando se nos decía que los regímenes autoritarios son las únicas murallas contra el islamismo", reconoció el domingo en El Cairo el ministro francés de Relaciones Exteriores, Alain Juppé.
Pierre Vermeren, autor del libro Maghreb, la démocratie impossible? (Magreb ¿la democracia imposible?), considera que "la idea que la democracia no era para el mundo árabe remite a prejuicios coloniales". "Fue bajo la colonización que los pueblos se impregnaron de los valores de libertad que alimentaron los movimientos de liberación, pero que fueron pervertidos por el ejercicio del poder después de las independencias", señala el historiador.
"En los años '70, la contestación era marxista y feminista. Con la ayuda financiera de Arabia Saudita, los regímenes autoritarios favorecieron el avance del islamismo. Todos los dictadores alentaron en los dirigentes occidentales la idea que sus pueblos son violentos, analfabetos e ingobernables", prosigue Vermeren.
Los opositores a esos regímenes no eran escuchados ni en sus países ni en el extranjero.
"Los dictadores se presentaban como adalides de la lucha por el pueblo palestino. Recurrían al nacionalismo árabe ante sus pueblos y al miedo ante Occidente, al que presentaban la opción entre dictadura o teocracia", afirma el opositor tunecino Muhiedin Cherbib.
Cherbib lamenta los debates "absurdos" sobre la "compatibilidad entre islam y democracia", estimando que el islam "es como todas las religiones del mundo".
"Lo que es importante hoy es ver que las sociedades árabes avanzan", recalca, saludando internet como un "instrumento de emancipación de la sociedad civil".
"La percepción de las opiniones públicas europeas está cambiando, pero es mucho más difícil en lo que respecta a los dirigentes, que parecen más preocupados por el control de las corrientes de emigración que por las transformaciones que se están produciendo", estima Cherbib. Pierre Vermeren señala que hay "una doble expectativa, de seguridad económica y de apoyo técnico y jurídico" a la construcción democrática, y aboga por "un ambicioso plan Marshall" para la orilla sur del Mediterráneo.
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