Después de tomarse sus primeros días para estar con amigos, familia, presenciar el título de Unión en el Final Four del torneo local, se tomó algunos minutos para dialogar y poder conversar de sus primeros 8 meses casi como un profesional.
La llegada a Montverde
Con tan solo 17 no es fácil ir a otro país, el cual sabés que será tu casa en los próximos años, eso le pasó a Garino y sufrió en sus primeras horas: “Cuando llegue a Orlando tenía un miedo…no conocía el colegio a donde iba, no conocía a nadie. Llegue a la noche con mi mamá y un hotel medio oscuro, fuimos a cenar y le pregunté ¿Dónde estamos? Pensando si me iba a ir bien, mal, si voy a extrañar”.
Ya al otro día las cosas cambiaron y de nublado salió el sol: “Al otro me fue a buscar un entrenador al hotel, me llevo al colegio y se me fue todo…las expectativas que tenía las cumplió y las superó, la infraestructura, las instalaciones, la gente que me presentaron de la administración y profesores, me quedé con una tranquilidad increíble, saber que estaba con todas esas comodidades y la ayuda que recibo fue como un sueño”.
“Se fue mi mamá y empecé las clases como si estuviera en el Santa Cecilia (su colegio en Mar del Plata) un día más…los estadounidenses no son tan afectuosos, un poco fríos, pero son muy serviciales y el apoyo que te dan te hacen sentir como en casa, había cosas que no entendía y me quedaba después de clase, amigos, profesores, todos te ayudaban”.
Uno de los problemas principales en la adaptación es el idioma y Patricio también tuvo que pasar por esto: “Llegue con una base, pensando que sabía algo de inglés, igual el colegio es Internacional, tenemos 50 nacionalidades diferentes, estamos divididos en niveles de inglés, los profesores saben cuanto hablás, tengo otras materias más difíciles como Historia de Estados Unidos, Biología, Matemática, las primeras semanas me costó, pero después fue fácil porque estás todo el tiempo hablando en inglés, la cabeza se va sistematizando, había días que hasta me olvidaba palabras en castellano cuando hablaba con mis amigos”.
Pero también aclara como es vivir en, según el marplatense, un lugar como pocos: “Estoy seguro que no hay ningún colegio en la Argentina que sea como Montverde, en enseñanza e infraestructura, pero lo que más me impactó fue el apoyo de los profesores, te explican todas las veces necesarias, si no entendés te quedás después de clases, te explican punto por punto, te ayudan con tus proyectos, te hacen sentir a gusto aprendiendo, no te cuesta, uno es medio vago pero de esa forma le ponés más ganas”.
El equipo
Sin dudas su principal motivo fue el poder jugar básquet y a otro nivel, como lo fue en el colegio costó un poco la adaptación, pero en este caso fue más sencillo que lo habitual: “Desde el principio me hicieron sentir uno más, ya se conocían varios entre sí y hablando todo en inglés se complicaba, a pesar de que no entendía todo lo que decían me incorporaban en las comidas y diferentes lugares, el equipo fue mi primer base en el colegio, además porque tenemos chicos de Camerún, Brasil, Nueva Zelanda, Canadá, República Domenicana, Puerto Rico, somos un equipo variado, el colegio en sí es especial. La ayuda que me dieron desde el primer momento me hicieron sentir como en casa”.
“En cuanto al básquet mi expectativa era estar un año de adaptación como suplente, para ver como es el estilo de juego que es totalmente diferente, hay muchas reglas diferentes, al físico también, hay chicos que son uno o dos años más chicos pero físicamente me pasaron por arriba, mi cabeza fue de ese modo”.
La parte más difícil que tuvo que soportar Pato fue la parte de las prácticas, el cual sabía que no iban a ser fáciles pero fueron peor de lo que se imaginaba: “Sabía que los entrenamientos iban a ser muy duros, al margen de que sea todo amateur y nadie cobre, ya desde chicos los jugadores y equipos se lo toman todo muy profesionalmente, hay sponsors que nos dan indumentaria y zapatillas, los viajes, todo es muy estricto, nada parece que es un torneo amateur”.
“Sufrí y sigo sufriendo los entrenamientos, vomitaba en muchos de lo cansado que terminaba, pero sabía que iba a eso, lo bueno es que conocí a mi entrenador el año pasado en el Mundial de Alemania, él me dio toda la confianza para jugar como siempre lo hice, desde el primer partido en un torneo amistoso arranqué de titular y nunca más bajé”.
El nivel de Garino fue variando a lo largo de esta primera temporada, pero terminó con un nivel superior a lo que estaba jugando anteriormente: “A pesar de todos los altibajos que tuve, que no fue fácil para mí, venir de un equipo en donde metía 20 puntos por partido, donde le sacaba una ventaja física al resto, ir a un equipo con jugadores de un nivel diferente, mucho más avanzado, me fui muy conforme, para ser mi primer año salir segundo goleador del equipo, de dos torneos oficiales que jugamos me dieron el premio al mejor jugador del torneo, me fui muy bien”.
“Tuve partidos en los cuales jugué muy bien y otros en los cuales hice dos puntos o nada, el entrenador me dio el rol de tirador del equipo, muchas posesiones pasaban por mis manos, a veces tiraba tres o cuatro triples y no entraban, la cabeza me dejaba de funcionar, se me venía el mundo abajo, no quería jugar más, pero esos partidos me ayudaron, me cambió mucho la cabeza”.
A pesar de ser un alero nato, Patricio Garino tuvo que adaptarse a jugar prácticamente en todas las posiciones, para darle una mano a su equipo: “Estoy jugando como alero titular, después cuando sale nuestro escolta paso a jugar de dos, siempre estoy entre esas posiciones, también en alguna oportunidad cuando se cargaban de faltas nuestros dos bases lo hice en esa posición. Hasta lo hice de ala pivot pero mentiroso, me posteaba y después salía a tirar de tres puntos”.
“Lo que más me costó fue adaptarme al ritmo de juego, a pesar de que no tenemos reloj de 24 segundos de posesión, hay momentos que en un minuto corremos 15 canchas, la velocidad de juego es muy rápida, no se juega con tantos sistemas, corrés y no parás, costó un poco adaptarme pero sirvió mucho”.
La mentalidad, un cambio necesario
“Lo que más me cambió fue la cabeza”, dice Pato contento de esta modificación en su actitud; “la madures para jugar los partidos, los cierres difíciles, manejar cuando vamos ganando cómodamente, la confianza en mí mismo, en mi persona soy muy exigente y siempre quiero mejorar, defensa, tiro, penetración, físico, todo, pero ahora me estoy enfocando más en la cabeza y físicamente, aunque engordé 10 kilos en estos 8 meses, todavía me falta bastante”.
La Rutina
“En el colegio nos despiertan a las 6, media hora más tarde me levanto porque tenemos que desayunar a las 7, a las 7:45 son 15 minutos con profesores y consejeros, donde cada uno cuenta cómo se va sintiendo, recomendaciones, una charla informal”.
El día sigue y no se para en ningún momento, siempre hay alguna tarea para realizar: “De 8 a 12 tenemos clases, luego hay una hora y media para comer, en donde una hora el equipo de básquet la usamos para ir al gimnasio, luego almorzamos, a las 13:30 tenemos clases hasta las 15:15, luego a las 15:30 comienza el entrenamiento hasta las 18 y después cenamos hasta las 19, que tenemos 2 horas obligatorias de estudio para todos los extranjeros que vivimos ahí, no se puede usar celular ni computadora, si tenés un buen promedio lo podés hacer, así que con el 9,50 que tengo esa opción. Al final tenemos una hora para estar con los chicos y a las 22 se apagan las luces y tenemos que estar durmiendo”.
El colegio tiene reglas extrictas y a los chicos los tienen bastante cortitos: “Si no respetás las cosas tenemos horas de trabajo comunitario, ayudando a los jardineros, limpiando a los caballos, lo que sea. Me pasó que el primer sábado a la mañana no quise tender mi cama, eran 6:30 tenía que entrenar y no tenía ganas de hacerlo, cuando volví el señor que nos cuida me dijo que tenía que ir 2 horas a la cocina como castigo”.
La NBA, un sueño posible
En su estadía en Estados Unidos, Patricio tuvo la posibilidad de ver dos partidos de la NBA y ambos con presencia de argentinos, como fue el encuentro entre Orlando y San Antonio Spurs de Ginóbili y los Magic frente a Milwaukee Bucks de Delfino.
“El partido que me invito Manu fue un sueño, lo que anhelaba toda la vida era ver un partido de NBA y verlo a Manu fue algo increíble. Ese día habíamos llegado de Hawai de un torneo, estaba cansado, pero lo disfruté como nunca, estaba a 12 filas de la cancha, además del estadio nuevo de Orlando que es un Palacio, después me dio la entrada Vip para poder ir a saludarlo y quedarme charlando, fue algo impresionante, conocerlo a Manu, ver lo humilde que es, hablarme como si fuera un chico que lo conociera de toda la vida me impactó, la humildad y profesionalismo que tienen los jugadores de la NBA es admirable”.
Pato sabe que su esperanza de estar jugando en la mejor liga del mundo cada vez está más cerca, pero todavía tiene los pies sobre la tierra: “Con el entrenamiento que estoy llevando y sacrificándome no lo veo imposible, la motivación nunca se acaba. Los pasos se van acercando pero no está a la vuelta de la esquina, es un sacrificio muy grande el que hay que hacer. Siempre estoy en contacto con la gente de la NBA, el año que viene cuando termine el colegio hablaremos a ver qué Universidad me recomiendan para ir”.
Su vuelta a la Argentina
Siempre es bueno un respiro, un descanso, y más si uno lo puede hacer rodeado de quien más lo quieren: “Mal no vino estar de vacaciones, vengo de casi 2 años de básquet sin parar, más estos 8 meses sin venir, se extraña un poco pero como la vida en Estados Unidos es muy agitada no se siente, pero con el tiempo la comida y los amigos se empiezan a extrañar, después de tanto tiempo estaba ansioso por volver, lo tomo como un relax, pero siempre igual sigo activo, no puedo frenar del todo, sé que mi objetivo es posible por eso nunca quiero dejar de mejorar”.
Si todo sigue su camino normal, además de las visitas de rigor, Garino usará estos 9 días en Mar del Plata para calzarce la 13 del Club de sus amores y volver a jugar un rato con sus amigos: “Además de ver a la familia y amigos sigo entrenando, si dios quiere el domingo jugaré con Unión en la Liga Junior, volver a revivir esos lindos momentos y también es un desafío para mi, ver si evolucioné en otro nivel y disfrutar también del club que tanto se extraña. No me quiero presionar, la cabeza me cambió, ganar o perder no es lo mismo para mi, si el equipo rival nos gana y es mejor será otra cosa, quiero disfrutar de jugar otra vez con mis amigos, allá es todo más frío, esto no lo quiero perder nunca”.
Selección Argentina
En un año especial para Patricio Garino ya que es el Mundial U19 en Letonia y fue convocado dentro de la Preselección, con mucha fe en poder estar entre los 12 que viajen: “Ellos empezaron a entrenar en febrero y por un tema económico no pude viajar, pero si todo se da estaré en la segunda concentración en Mayo, mis clases terminan en Junio pero estoy haciendo las gestiones para que me dejen viajar y poder estar en esos entrenamientos, mi objetivo es ese, no me quiero perder un entrenamiento más ni arriesgar mi puesto en el equipo”.
Sabe que da algunas ventajas al estar fuera del país, pero su sentimiento a la camiseta sigue siendo el mismo: “Luchar por un puesto es difícil, el amor que tiene uno por el país y más ahora estando más lejos es muy fuerte, no me quiero perder este Mundial. Es el sueño del pibe representar al país, a pesar de que no sea una Selección Mayor es un Mundial y lo tomás con esa magnitud, estar en otro país con gente que no conocés, otros equipos y representando a toda tu gente es un sentimiento que no cambiaría por nada y que daría lo que sea por volver a repetirlo”.
El futuro
“La idea con el colegio es continuar lo que vengo haciendo que no es nada malo, con las materias y profesores ya estoy bien acomodado, cumplir con las responsabilidades. Con respecto al básquet van a cambiar un poco las cosas porque voy a ser uno de los líderes del equipo, ya que tenemos varios jugadores que se van que son de último año, así que hablé con mi entrenador y me dijo que voy a tomar la cabeza del equipo, así que tengo que tomarlo con seriedad porque no es poca cosa, para poder destacarme un poco más y seguir avanzando día a día”.
Patricio Garino sigue escribiendo su historia, tanto en el aspecto basquetbolístico como el social. Hasta el momento no le fue para nada mal y en su futuro se vislumbra la esperanza de que puede ser un gran jugador de básquet, pero para eso, todavía falta un largo y sacrificado.
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